Esta es la historia de Marco, el profesor de matemáticas favorito de la facultad. Un hombre de baja estatura y con sobrepeso, que habitualmente se detenía para saludar a los estudiantes mientras caminaba por el campus, con un café en la mano. Marco parecía incapaz de estar de otro modo que no fuera de buen humor. 

Una mañana de primavera, temprano, estalló una tormenta. Habiendo olvidado su paraguas, Marco hizo su caminata habitual a clase. Empapado hasta los huesos, se mantuvo feliz como siempre mientras los estudiantes molestos se quitaban las capas de ropa mojada, quejándose del aguacero inesperado. 

Hola Marco, ¿no te molesta en absoluto la lluvia? preguntó uno de sus alumnos. 

Sonriendo, el profesor respondió: 

Claro, pero me beneficio de mi falta de altura, la lluvia tarda más en alcanzarme.

Nadie tenía control sobre el clima ese día, y muchos se sintieron víctimas por ello. Permitieron que las nubes oscuras, la humedad inesperada y la caída de temperatura los afectaran negativamente. 

Pero Marco tomó una decisión diferente. En lugar de reaccionar al clima, llevó su “propio clima”. Eligió cómo pensar, sentir y actuar en función de lo que valoraba más que de las circunstancias externas. Le encantaba enseñar matemáticas y crear un entorno de aprendizaje positivo para sus alumnos. ¿Qué era un poco de lluvia comparado con eso?

El impacto de nuestras elecciones

Si crees que las cosas externas (como otras personas o situaciones) son la fuente de tu infelicidad o felicidad, la vida siempre te sucederá. Te sentirás impotente, como una víctima, encontrando razones para culpar a otros o justificar tus reacciones instintivas. Con el tiempo serás cada vez más negativo y esta forma de actuar se convertirá en tu sello, reduciendo tu capacidad de influenciar de manera positiva a los demás.

Cuando nos criticamos emocionalmente, podemos olvidarnos temporalmente de que tenemos una opción en cuanto a cómo responderemos. Pero como decía el Dr. Stephen R. Covey: 

“Entre el estímulo [lo que nos sucede] y la respuesta [cómo reaccionamos ante lo que nos sucede] hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y poder de elección”. 

Si quieres tener más influencia en tu vida, o si tus emociones se interponen en tu camino, puedes elegir llevar tu propio clima. 

Cómo practicar la proactividad: 

Practica la libertad en este espacio con el siguiente ejercicio:

  1. Piensa en una persona o situación que te genere irritación y desencadene tu reactividad. 
  2. Imagina la próxima vez que te encuentres con esa persona o situación, y elige cómo la manejarás, utilizando las siguientes ideas para guiarte:
    • Respira hondo, cuenta hasta diez o dile a la persona que necesitas un poco de tiempo para reflexionar antes de responder. En ese «espacio», conéctate con lo que valoras de la relación con esa persona y el resultado a largo plazo que deseas.
    • Escribe un email, a la persona que te ha afectado emocionalmente, con la intención de no enviarlo. Saca todos tus sentimientos negativos y palabras reactivas. Déjalo reposar durante la noche, luego léelo nuevamente a la mañana y analiza si refleja con precisión lo que valoras y cómo te sientes al día siguiente.
    • Repítelo una vez más: Imagina responder de una manera mejor y más efectiva la próxima vez y responde a esta pregunta: ¿Cuál sería el resultado si respondiera de esta nueva manera? ¿Cómo podría afectar la calidad de la relación, mis sentimientos y mi capacidad de influir en el futuro? 

Llevar tu clima puede ser tan simple como mantener una disposición agradable o profesional o tan desafiante como vivir consistentemente por lo que valoras profundamente. Sin embargo, en el fondo siempre hay una elección, y ese poder nunca se puede entregar a menos que lo permitamos.

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