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¿Cuándo fue la última vez que pediste retroalimentación? Si no puedes recordarlo, estás en buena compañía. La mayoría de nosotros la evitamos porque la equiparamos con la crítica. Pone en evidencia lo que no queremos admitir: que cada uno de nosotros está en proceso de desarrollo. Pero si evitamos crear oportunidades para recibir retroalimentación, o sin saberlo, hacemos que no sea seguro para los demás dárnosla, nos perderemos una gran curva de aprendizaje y una oportunidad perfecta para construir relaciones de alta confianza.

Conocer el origen de la palabra retroalimentación puede ser útil. «Feed» proviene del inglés antiguo «fedan», que significa «nutrir, sostener y fomentar». El significado de «back» incluye «apoyar». Si vemos la retroalimentación como algo útil que puede apoyar nuestro proceso de mejora, quizás no nos sintamos tan amenazados por ella. Saber cómo recibir retroalimentación y cuándo invitarla requiere un cuidadoso autoexamen. Considera estos cuatro pasos:

  1. Suponer una buena intención. Si bien no puedes garantizar que todos tengan tus mejores intereses en mente, es mucho más probable que generes buena voluntad y construyas confianza si asumes que así lo hacen. Recuerda, las personas que han reunido el coraje para darte retroalimentación a menudo se sienten tan vulnerables al compartirla contigo como tú al recibirla. Están arriesgando momentáneamente la seguridad de la relación. Cuando te presentas con un corazón abierto, envías una señal que dice: «Puedes compartir de manera segura».
  2. Pedir retroalimentación. Cómo pidas retroalimentación puede influir en cómo los demás deciden dártela. Una forma de desalentar a las personas para que no den retroalimentación honesta es sorprenderlas con una solicitud. Un enfoque más efectivo es informar a la persona de antemano que les pedirás retroalimentación más adelante. Además, una pregunta vaga como «¿Cómo lo hice?» dificulta que las personas respondan con algo significativo. Un enfoque más efectivo sería pedir a las personas que compartan cosas específicas que podrías decir o hacer para mejorar.
  3. Evaluar la retroalimentación. Solo porque pidas retroalimentación no significa que debas actuar en base a cada comentario. Es fundamental tener claros los valores que defiendes y tener una visión a largo plazo de quién quieres ser, para poder comparar la «verdad» de alguien con lo que sientes y sabes que es más verdadero para ti.
  4. Actúa según la retroalimentación. Si bien no necesitamos implementar cada comentario de retroalimentación, no actuar en base a ella, o no explicar por qué no vamos a actuar en base a ella, es peor que no pedirla en primer lugar. Si bien las personas pueden comenzar a sentirse seguras cuando les pides retroalimentación, sabrán que están seguras cuando te vean tomar en serio su retroalimentación. Les ayudas a sentirse seguros al escribir la retroalimentación, demostrando que estás considerando seriamente lo que han compartido, y al informarles cómo planeas implementar lo que has aprendido.

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