Todos tenemos fortalezas naturales, nuestra forma predilecta de hacer las cosas. Utilizar y nutrir esas fortalezas es parte fundamental de quienes somos. Pero a veces, están tan arraigadas que no somos conscientes de cómo las sobreutilizamos y del impacto que eso tiene en los demás.

Imagina que tus fortalezas son como unos auriculares. ¿Alguna vez has escuchado música con auriculares mientras corres o estás en el gimnasio? A menudo, el volumen que elegimos nos parece insuficiente, así que lo subimos un poco después de unos minutos. Y luego lo volvemos a hacer. Después de todo, más es mejor, ¿verdad? La tendencia a subir el volumen es tan común que muchos dispositivos de audio vienen con advertencias sobre cómo podrías poner en riesgo tu audición si subes el volumen demasiado.

Nuestras fortalezas pueden funcionar de la misma manera. Nos acostumbramos a utilizarlas a un cierto nivel. Luego, sin siquiera darnos cuenta, nos apoyamos aún más en esas fortalezas, especialmente en momentos de estrés. Subimos el volumen poco a poco, lo que hace menos probable que logremos los resultados que deseamos, y posiblemente arriesgamos relaciones en el camino.

Digamos que tu fortaleza natural es ser práctico/a; te enorgulleces de encontrar soluciones basadas en hechos. Pero si se establece muy alto, este «volumen práctico» puede convertirse en pesimismo: encuentras constantemente «hechos» o razones para no hacer algo. En lugar de ser el líder que inspira y fomenta el avance, te conviertes en la persona que desacelera todo con su negatividad. O considera la fortaleza de ser leal. Si se ajusta demasiado alto, la lealtad puede convertirse en credulidad: eliges pasar por alto defectos en un proyecto o ignorar «señales de advertencia» en las personas a favor de un compromiso ciego. Incluso una gran fortaleza como la pasión, si se exagera, puede ser perjudicial. Tu entusiasmo y energía constantes con el tiempo pueden resultar dominantes o agotadores para los demás, o pueden desalentar a las personas menos extrovertidas a contribuir.

Ajusta tu volumen correctamente al utilizar tus fortalezas naturales siguiendo estos simples pasos:

  1. Identifica tres de tus principales fortalezas (por ejemplo, soy muy proactivo/a).
  2. Describe cómo se vería y cuál sería el impacto si establecieras el volumen demasiado alto en cada una de estas fortalezas (por ejemplo, podría ser dominante y pisar los pies de los demás).
  3. Pregunta a un amigo de confianza o colega si alguna vez te ha visto exhibir alguno de los comportamientos negativos que identificaste. Si es así, pídele que describa la situación y el impacto de tu fortaleza exagerada (por ejemplo, Lori se retiró en la última reunión de equipo cuando te ofreciste para hacer su parte del proyecto).
  4. Identifica una fortaleza diferente que podría haber sido más efectiva en la situación y/o las formas en las que podrías reducir el volumen de la fortaleza original en el futuro (por ejemplo, muestra curiosidad. Pide opiniones y aportes de los demás antes de actuar).

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