En Mumbai, India, una ciudad con más de 20 millones de habitantes, la comida rápida tiene un significado distinto al resto del mundo. Cada día, alrededor de cinco mil «dabbawalas» o «los hombres de los tápers» entregan casi un cuarto de millón de almuerzos caseros a los trabajadores de esta vasta y tumultuosa ciudad, ¡a toda velocidad y sin errores!

Como escribe Sarah Sturtevant: “La misión de los dabbawalas no está expresada en palabras floridas como tantas otras declaraciones de misión corporativa. Su objetivo es sencillamente atender a sus clientes con precisión y puntualidad, en todo momento”. Además tienen una propuesta de valor única: a diferencia de las cadenas de comida rápida, te traen un almuerzo caliente, sin importar dónde estés.

Las personas con una misión simple, única y poderosa son las personas más comprometidas. Sin embargo, toda la noción de “misión” se ha desvirtuado muchísimo. Existen dos razones para eso:

  • Demasiadas declaraciones de misión son tópicos sin sentido.
  • Las personas en la organización no están a la altura de la misión.

Con decir la frase «declaración de misión», muchas personas ponen los ojos en blanco. Incluso existen concursos en las redes para elegir la peor declaración de misión. Habitualmente, la placa de bronce con la declaración de misión acaba convirtiéndose en el objetivo para las palomas, y la mayoría de los trabajadores no están impresionados ni interesados en la misión de la empresa.

¿Por qué la mayoría de las declaraciones de misión acaban siendo solo bromas internas?

Porque estamos tratando de involucrar las pasiones y los talentos de las personas en una misión que no les apasiona y en la que no están involucrados. Sin embargo, no hay nada más poderoso que las pasiones que impulsan a las personas, si consigues aprovecharlas crearás una fuerza imparable. Pero la gerencia a menudo cocina toda la pasión hasta reducirla a una declaración de misión mediocre, y de ahí viene el cinismo y las bromas.

Si alguna vez estás de visita en alguna empresa y encuentras en la pared de su sala de juntas una copia bellamente enmarcada de su declaración de misión, puedes hacer la prueba. Pregunta a los líderes de esa empresa que, sin mirar, te digan cuál es la misión que tienen enmarcada. O, al menos, cuál es su esencia. Seguramente no obtendrás respuesta.

Si bien tu verdadera misión es única, a grandes rasgos, todas suenan así: vamos a donde ninguna otra gente puede ir porque ninguna otra gente es como nosotros. Nadie más tiene la combinación única de talento, pasión y conciencia que nos impulsa. Nadie más puede hacer la contribución que nosotros podemos hacer.

Antes, todas las empresas se esforzaban para tratar de poner una declaración de misión enmarcada en la pared. El trabajo que todas esas empresas deben hacer ahora es encontrar y articular la voz de la organización, evaluar regularmente el «trabajo para el que se contrata a su equipo» en ese momento.

Los dabbawalas ya son así. Están profundamente orgullosos del servicio que han brindado durante más de un siglo, un servicio que nadie puede duplicar.

Así que llámalo como quieras. Si las personas son alérgicas al término “declaración de misión”, llámalo mantra, manifiesto, declaración de propósito o “la voz de la organización”. Lo llames como lo llames, lo necesitas desesperadamente. El viejo paradigma de la gestión es poner una declaración de misión en la pared y olvidarse de ella; el nuevo paradigma de liderazgo es ayudar a las personas a encontrar su voz, tanto individual como colectivamente.

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