Estar ocupado es un hecho. Pero, ¿en qué estás ocupado? ¿Es trabajo reactivo que mantiene el statu quo, como compilar una actualización para una próxima reunión o arreglar un error de producto? ¿O es trabajo proactivo que conduce al crecimiento y la innovación, como agilizar un proceso o desarrollar una nueva característica del producto? Incluso si tu rol requiere mucho trabajo reactivo, hacer demasiado puede estancarte, mientras que hacer tiempo para el trabajo proactivo puede ayudarte a pensar y actuar de manera más estratégica.
- Revisa todas las tareas y reuniones que tienes planificadas para esta semana y marca cada una como reactiva o proactiva. Dependiendo de cómo te organizes, podrías etiquetar eventos en el calendario, marcar tareas en tu horario o simplemente listar todo lo que puedas pensar. Para ayudarte a evaluar cada elemento, pregúntate, ¿Esto se trata de reaccionar para mantener el terreno existente o de actuar para ganar terreno nuevo?
- Pregúntate, ¿Cuál es la proporción correcta de trabajo reactivo frente al proactivo para mí? Ambos tipos de trabajo son necesarios. Incluso si tienes un rol que parece en gran medida reactivo (por ejemplo, representante de servicio al cliente o cajero), casi siempre hay espacio para ser más proactivo. Si no estás seguro de cuánto de tu tiempo debería dedicarse al trabajo proactivo, busca la opinión de tu gerente y compañeros.
- Compara tu proporción actual con lo que crees que debería ser y crea un plan para ajustar cualquier desequilibrio. Si tu proporción está descompensada, lo más probable es que estés haciendo muy poco trabajo proactivo.
Algunas acciones que puedes tomar para ayudarte a hacer más trabajo proactivo son:
- Prioriza el tiempo para tareas proactivas y deja que las tareas reactivas esperen.
- Deja de asistir a reuniones no esenciales sobre trabajo reactivo.
- Deja de hacer trabajo reactivo que no necesita hacerse absolutamente.
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