¿Por qué hacerlo?
Llenar tu día con la mayor cantidad de trabajo exigente posible puede parecer una buena forma de aprovechar el tiempo. Sin embargo, a largo plazo, probablemente afecte tu productividad. Por eso, algunos expertos en productividad afirman que gestionar tu energía es tan importante como gestionar tu tiempo. Alternar entre tareas de alta y baja intensidad permite que tu cerebro se relaje y recargue, evitando que agotes la concentración y creatividad necesarias para tus tareas más importantes.
Cómo hacerlo:
Agrupa los elementos de tu lista de tareas en tareas de alta y baja intensidad.
Una regla general para definir una tarea de alta intensidad es cualquier cosa que requiera concentración continua o un esfuerzo mental considerable. Las tareas de baja intensidad son aquellas que puedes realizar sin consumir demasiada energía mental. Por ejemplo:Tareas de alta intensidad: Redacción, preparación de presentaciones, programación, liderazgo de reuniones, conversaciones difíciles.
Tareas de baja intensidad: Revisar correos electrónicos, organizar tu escritorio, entrada de datos, programación de citas.Cuando sea posible, evita programar tareas de alta intensidad de manera consecutiva.
A veces no puedes controlar el horario de las reuniones, pero puede ser útil reservar tiempo en tu calendario para tareas de baja intensidad. Esto te permitirá equilibrar mejor tus niveles de energía.Al terminar una tarea de alta intensidad, sigue con algo de tu lista de baja intensidad.
Alternar tipos de tareas puede evitar que gastes toda tu energía al inicio del día. Aunque es probable que las tareas de alta intensidad ocupen la mayor parte de tu tiempo, incluso breves descansos mentales pueden marcar una gran diferencia.Mantén el ritmo durante el resto de la semana.
Sé consciente de cuántas tareas de alta intensidad asumes en un día. Al gestionar tus niveles de energía, podrás aprovechar mejor tu tiempo y mantenerte productivo a largo plazo.
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