Un nuevo director general que sucedía a un icono querido quería generar confianza en su nuevo equipo ejecutivo y ejecutar objetivos de crecimiento agresivos. La organización ya tenía un alto rendimiento con un modelo de crecimiento, rentabilidad y cultura exitosos, pero querían lograr resultados aún mejores.

Anteriormente, se esperaba que los líderes «hagan que su gente los ame», pero necesitaban una metodología y un lenguaje para generar confianza y una estructura para responsabilizarse mutuamente por los resultados.